viernes, 15 de agosto de 2014

CRÓNICAS DESDE LA RESISTENCIA: CUBA, EL ESTADO FALLIDO Y EL BLOQUEO GENOCIDA

Siempre comienzo los artículos con excusas, este no va a ser la excepción a ninguna regla. Ojalá el blog no hubiera quedado relegado a alguna aportación ocasional como las que suelen describir mis viajes, pero a una complicada etapa personal se le han de sumar nuevos retos profesionales en la abogacía social y, especialmente, la cercana edición de mi primera novela junto a la eventual rúbrica de la publicación de la segunda. En esa esperanza nos movemos últimamente. Porque todavía quedan muchas cosas por las que luchar y resistir. Empezar de nuevo una y mil veces decía hace no tanto y, de una forma u otra, yo estoy en ello.

Precisamente, ese evocador vocablo de "resistencia" ha de servir de necesario prólogo para esta entrada. Y es que pocos estados han representado esa sublimación de negarse a la derrota como Cuba. Un lugar donde los principios no se negociaban después del alzamiento del 59, o sí... desde la crisis del 93 doy por seguro que todo se negocia allí.

La iconografía de Cuba viene indeleblemente de la mano de sus dos figuras revolucionarias: Ernesto Guevara y Fidel Castro. Pretéritos ambos. Y no estoy seguro de que el símbolo universal del irredento idealista estuviese plenamente de acuerdo con lo desarrollado por su antiguo compañero de batallas desde Sierra Maestra, donde la confianza tampoco regía su vínculo. Tras la derrota de Batista y después de renunciar a los cargos y responsabilidades que tenía en Cuba, el Che se fue a librar una guerra en Bolivia que nunca pudo ganar, como bien demuestra el completo diario de su última epopeya, editado mil y una veces en ese intento de exportar la revolución a toda Latinoamerica. Singularmente recomendable su publicación por parte de la Editora Política de La Habana en 2004, no por la imparcialidad desde luego, si no por la gran cantidad de información concurrente que permite, con el necesario distanciamiento, entender la realidad de lo acaecido en octubre de 1966. Cuando murió la persona y nació el mito.


La realidad es que a partir de ahí, y de forma exponencial tras la caída de los soviéticos que sostenían en enorme medida el país, podemos decir que Cuba es un estado fallido. Ese epíteto ha sido cíclicamente atribuido a lugares tan dispares como Liberia, Haití o Bangladesh y, aunque sin parangón con la situación límite de tales latitudes, creo que podemos atribuirle idéntica condición a este rincón del Caribe. El sueño socialista se ha transformado en pesadilla, y la razón principal se encuentra en el imperio que se erige a poco más de noventa millas de sus costas. 



No será afán de estas líneas intentar defender la menos mala de las pésimas aplicaciones de políticas marxistas a nivel estatal -y lo hago sintiendo rubor de que sea por quedar fuera de las purgas y gulags, que seguro que una de las teorías sociales más brillantes de la historia nunca pudo imaginar-, pero pocas opciones quedan para una economía de diez millones de personas con el bloqueo del capitalismo yanqui. No olvidemos que hablamos de una zona donde solo los que se han rendido a las ínfulas colonialistas de las barras y estrellas respiran un cierto bienestar. Desde su imposición en los años 60, el bloqueo genocida ha supuesto 21 condenas de la ONU, y en su última "renovación" solo contó con el apoyo de EEUU, Israel, y unas islas en mitad de Filipinas denominadas Palaos… mucho podría hablar del aliado sionista estos días y poco de ese archipiélago que acabo de conocer, pero qué difícil es ponderar la valía de un determinado modelo político cuando han pasado tantos años sin comercio con los norteamericanos ni sus filiales extranjeras, por no hablar de la


presión intrínseca y sibilina que debe experimentar cualquier importador-exportador de otros estados. Y algo de eso sé de primera mano. Igualmente me repulsa ver una tierra tan bella gobernada por un militar, que aún encima quiere adoptar medidas capitalistas cuando la mayoría de su población cobra unos 20 dólares de salario mensual.




Sin embargo, por encima de toda esa complicada madeja de intereses económicos y ejercicios vindicativos por hechos de hace más de medio siglo, la isla de Cuba es mágica. Se trata de una especie de paraíso terrenal con cimientos destrozados por doquier, nada funciona bien entre los ruinosos edificios de La Habana... ni en Matanzas, ni en Santa Clara, ni en Cárdenas, y me cuentan que en Santiago de Cuba no están mucho mejor; salvo la alegría endémica de sus habitantes y su capacidad de oratoria tan polisémica. Y aquí habría otro apunte que hacer: a una amabilidad desmedida, y muchas veces fingida, se le une la indisoluble desconfianza del interés económico en tu persona. No podía ser de otra forma en un estado donde la mayoría de sus habitantes se levantan cada día para ver cómo pueden arañar unos cucs al turista. Normal y consecuente con su situación, yo sería el primero.










Aunque tampoco éramos los visitantes idóneos para ello.














Este país multicolor conjuga las vetustas arquitecturas coloniales sorteadas por grandes avenidas con suburbios de planta baja y tierra por calzada, la masificación de hoteles y resorts "todo incluido" a la vera de aguas cristalinas con arenales vírgenes despoblados de oriundos ofreciéndote transporte o sexo, o las dos cosas a la vez. Y todo ello lo debes de ver subido en cualquier Plysmouth del 56  o Chevrolet Bel Air del 52, en lo que seguro es una de las señas más bellas y distintivas de la nación, tanto como resultado de la fina ironía: los viejos coches americanos con más de seis décadas a sus espaldas. Como el embargo norteamericano. Conmigo lo tenían muy fácil para enamorarme. En mi experiencia de eviterno viajero me llevo sus viejas pedaleras, una carretera literalmente llena de cangrejos cerca de Cayo Santa María y la luna que mas he visto brillar en mi vida, arrojando una luz sobrenatural a la solitarias arenas de Playa Blanca.





En un último ejercicio de síntesis, también me guardo los contactos de mucha gente. De la que ya no tiene tiempo para alimentar sus ideales porque ha de alimentar su boca, y ahí su drama común se resume en una población preparada con estudios superiores en una proporción admirable para sus circunstancias, pero sin una retribución económica que permita la subsistencia digna sin encontrar réditos "por la izquierda". Ahogados por las propias restricciones del gobierno que se ve incapaz de abordar con laxitud al enemigo yanqui, al imperio que lo libró de otro imperio hace más de dos siglos. Pero, amigos cubanos, todos los imperios caen. Este no será la excepción.

JM


3 comentarios:

  1. Un artículo con un cariz muy personal pero igualmente interesante. Gran trabajo una vez más

    ResponderEliminar
  2. He vivido 6 meses en Cuba, y tengo una visión muy similar a la que muestras en esta entrada. Recuerdo los dos primeros meses de mi estancia, en los que estaba totalmente a la defensiva al sentirme como un billete de 100 dolares.

    Más tarde, al igual que tú, me di cuenta que yo estaría haciendo lo mismo en su lugar. La vida en Cuba es muy complicada para el cubano, más que nada por la imposibilidad de tener sueños, de tener planes. Es por ello que muchos arriesgan su vida dirección "Norte", buscando unas mejores condiciones en casa de quién les impide las mismas.

    ResponderEliminar
  3. Eres el Rubén que yo imagino...gracias por comentar. Seguro que tu análisis es mucho más certero. Un saludo!

    ResponderEliminar