El miércoles 19 de septiembre asistí a lo que se me presentó como un "hito" en la
historia de la criminología. La presentación del libro de Wayne Morrison "Criminología, civilización y nuevo orden"
en el Estado Español fue merecedora del tal consideración por Eugenio Raúl
Zaffaroni, excelso jurista argentino. Sucintamente, la obra disecciona el interrogante de porqué los grandes crímenes de masas cometidos por los estados han
quedado fuera del estudio de esta ciencia jurídica; o más bien llama la
atención sobre ello, abriendo un nuevo campo de estudio a través de una
palmaria "ruptura epistemológica". El escalofriante dato de que
190 millones de personas han perecido como consecuencia de acciones de esta
tipología revela la importancia del enfoque descrito.
La
criminología es una ciencia
interdisciplinaria sedimentada en conocimientos propios de la sociología, psicología y antropología social,
tomando para ello el marco conceptual que delimita el Derecho Penal. Pretende abarcar la etiología de las causas del crimen y preconiza los remedios del comportamiento antisocial
del hombre, pero la realidad es que se veía anclada reiteradamente a la
ponderación de comportamientos individuales o de las llamadas
"subculturas".
En la línea de la denominada "criminología
cautelar" del propio Zaffaroni, una ciencia que se dedique a contener al
poder punitivo del estado -siempre fuera del concepto "bélico"-,
alertando de sus causas y soluciones, parecería irrogar de una renovada legitimidad
a las ramas criminológicas; y lo que es más importante, incardinarse dentro de
una labor desconocida hasta ahora.
Sin embargo, considero que se puede ir más allá.
El estudio de mecanismos lesivos para los seres humanos propiciados por la “violencia
estructural” (véase el artículo “Violencia” en este mismo blog) y otros agentes
difusos como los de tipo "financiero", se torna una consecuencia
inexorable del pretendido cambio de miras criminal. Por difundir algunas de las
cifras dadas por el Dr. Iñaki Rivera en la meritada presentación de la obra ¿Quien
se hace cargo de los 25.000 muertos en el mediterráneo que intentaban llegar de
forma "no regulada" a Europa? ¿Qué sucede con las 5.000 familias
desahuciadas al mes? Son fenómenos que una disciplina dedicada al estudio de
los crímenes de estado no puede dejar pasar por alto, sobre todo viviendo en un contexto en el que una valoración mercantil, artificiosa e interesada, de cualquier agencia de calificación económica va a causar mucho más dolor que cualquier acción psicopática a título individual.
Visualizar y profundizar en los procesos
causantes de esos "daños" aceptados, que no aceptables, es el
necesario antecedente para un Derecho basado en los seres humanos, y no en la
protección de intereses económicos de marcado semblante oligárquico. En ese
contexto y con ese objetivo, seguramente no se faltaba a la verdad cuando se decía
que asistí a un “hito” en la historia del pensamiento criminológico, pero prefiero anhelar un “hito” desprovisto de asepsia y que pueda
influenciar de forma radical la ordenación legislativa de nuestras vidas.
Por ambición que no sea.