viernes, 12 de octubre de 2012

SIN ESPERANZA PARA EL CÓDIGO PENAL.

Me gustaría abordar la reforma del Código Penal, anunciada hoy por Ruiz Gallardón, una vez que haya pasado por el filtro parlamentario y se vea definitivamente rubricada en el BOE, pero la pretensión divulgativa del blog pasa por hacerse eco de este tipo de noticias y la necesaria e inmediata "deconstrucción" del penalista, científico jurídico por excelencia e irredento dogmático por necesidad.

No hay esperanza con el poder legislativo, pero tampoco la había antes; la racionalidad penal ha de mirar exclusivamente a los jueces y tratar de instruirlos para la tormenta que se avecina. El endurecimiento del Código Penal, heredero la de defensa social burguesa, ha dado su enésima vuelta de tuerca hacia la perpetuación de las desigualdades estructurales y en post del rédito electoral perdido por la -permítaseme la cita- "convenida decadencia de la clase política".

En primer lugar, y por cuestiones de espacio obvias, de la batería de reformas presentadas únicamente quiero incidir en la prisión permanente revisable y la supresión de los procedimientos de faltas, esta última ampliamente rogada desde los sectores jurídicos, pero no,desde luego, para transformarla en una nueva categoría de delitos leves. Porque respecto a lo demás, ya no sorprende que el llamado "legislador a golpe de telediario" haya previsto tipificaciones como la divulgación de imagenes íntimas justo después del "caso Olvido Hormigos", o una categorización expresa para la detención ilegal -secuestro- sin dar razón de paradero tras el execrable devenir de la investigación "Marta del Castillo". Por supuesto, todo ello tenia una resolución actual en la jurisprudencia que, sin embargo, no se traducía en la aquiescencia populista por el desconocimiento general y la continua desinformación expuesta sobre estos acontecimientos en los medios.

Como decía, y en una fase de la reforma que podríamos calificar como "embrionaria" , tan solo quiero hacer un par de apuntes sobre las propuestas subrayadas al inicio del párrafo anterior. En primer lugar, la prisión permanente revisable, ese gran eufemismo enarbolado por Gallardón es palmariamente anticonstitucional. La Abogacía Española y su Subcomisión de Derecho Penitenciario se ha manifestado reiteradamente en contra de cualquier pena a la que no se le fije un límite de cumplimiento, ya que es contraria a los artículos 10, 15 y 25 de la mentada Carta Magna, en un contexto donde nos reiteran todos los días el "totem" del marco constitucional -recordemos que sólo se puede modificar con alevosía para articular la reducción del deficit-. La inocuización del preso adquiere una nueva dimensión, ni tan siquiera se disimula con la teórica reinserción presente en el 25.2 CE, y revela al fin la aplicación exponencial del "Derecho Penal del Enemigo"; especialmente respecto a los denominados como terroristas, sobre los que todos conocemos que una vez detenidos pierden su capacidad de delinquir de por vida. 

El otro vértice del planteamiento reformista que ha llamado mi atención -entendamos aquí que me ha soliviantado por encima de la media- es la inclusión del delito leve de hurto para las sustracciones por debajo de los 1.000 euros; ésto, hablando en lego, va a significar que los nuevos condenados por tales hechos irán a la cárcel. No voy a entrar en la casuística de que los profesionales del carterismo serán por fin inocuizados, porque aparte de faláz, lo único que subyace en la medida es, una vez más, el castigo y segregación de la pobreza. Mientras tanto, pensemos en la inacción ante las reiteradas conductas de corrupción, evasión de capitales al extranjero de las grandes fortunas, rescate público de la deuda privada de los bancos y como no, la gran medida gubernamental de la "Amnistia Fiscal"; es decir, mientras al contribuyente medio se le repercute un incremento continuo de tipos impositivos directos y sobre todo indirectos, al gran defraudador se le permite retornar al cauce lícito su dinero a través de un gravámen irrisorio. 
Hablariamos de lo que me atrevería a denominar como el "clasismo estructural punitivo", en paralelismo con el tradicional concepto económico; ya no sólo es que las clases populares abonen al banco los intereses que generan las ingentes fortunas inmovilizadas a través de cualquier crédito o financiación que nos veamos obligados a pedir, sino que se indulta al gran defraudador fiscal mientras los pequeños hurtos -el equivalente a minúsculas defraudaciones- supondrán el encarcelamiento...y 80 euros al día por preso.


Y lo peor de todo es que podemos estar contentos por lo que ha quedado fuera, las convocatorias mediante redes sociales y demás han supuesto un reto demasiado atrevido para el gobierno, en momentos donde la protesta en las calles funciona como necesaria válvula de escape, y porque no, como primera piedra para sedimentar una nueva esperanza; también en el Derecho Penal.






1 comentario:

  1. Aunque, como bien dices, la reforma es oportunista y, lo que realmente busca el gobierno es afianzar votantes, yo si veo necesaria alguna de las reformas, como la de la prision permanente revisable. Era necesario establecerla para algun tipo de delito que hasta ahora "salía barato cometer".
    Ahora bien, respecto a la amnistía fiscal, es una auténtica verguenza y un sinsentido, pero ¿¿qué se puede esperar de estos politicos que "nos represenan"??

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