En aras a la sinceridad, pocas veces pensaba en retomar el blog y su
modesta pretensión divulgativa; los últimos
meses han estado mediatizados por la apertura de mi despacho, un par de casos “difíciles”
y la omnipresencia de la tesis doctoral, que aunque de forma incipiente, ya se
va irrogando de un cierto valor a efectos académicos.
He hecho algunos viajes que merecerían este artículo, pero en esa vorágine
personal a la que me vi sometido, no saqué ni tiempo ni ganas para ello;
igualmente el estreno de mi pequeño local en el Barrio de Gracia debería haber
tenido su acogida en esta web, pero de la misma forma lo he ido postergando...
Así que, un vuelo bastante aburrido de Gatwick a Barcelona, me ha determinado a
que saque el portátil y comente algo sobre mi estancia en Inglaterra.
Aterricé un miércoles, en mitad de la semana y en mitad de otras
tantas cosas. Mi socio me esperaba en Victoria Station, allí perdí momentáneamente
la cartera y con ello la calma que requiere el “dia inicial”, pero la
diligencia de Zadek, el gerente de Gatwick Express, fue tal, que una hora después
era remitida en tren por su homónimo de la ruta Southern Line, el maldito lugar
donde la había dejado olvidada en una cabina telefónica. Con un “this is
england” intenté expresar mi infinito agradecimiento al desconocid@ que la puso
a disposición de la oficina de “left luggage”; Zadek repitió la frase litúrgicamente,
y empezó a contribuir a desterrar de mi cabeza el estereotipo de inglés “low
cost” que he venido padeciendo estos años atrás en Ibiza, Tenerife, y cualquier
otro sitio bendecido por playa y sol que haya frecuentado.
La noche inicial me llevó a Brick Lane, enclave en
apariencia pujante de la escena londinense. Un ordenamiento urbanístico con
mucho encanto, alberga algún club a
destacar, como el 1001 o el 93, tiendas de ropa vintage, y toda clase de
puestos de “pastelitos indios”, deliciosos allí, en Barcelona y en cualquier
lugar del mundo seguro; soy fan declarado.
Al mediodía siguiente amanecimos con la idea de la visita de rigor a
Candem Town; puedo decir que sigue siendo una parada obligatoria, pero no veo
el romanticisimo que creo guardaba antaño. Los puestos de tatuajes con su “prohibido
cuello, cara o manos” dejan claro ante lo que estamos, supuesto “underground”
enlatado para turistas, adolescentes o “rebeldes” de una semana; sin
compromiso, sin complicaciones y sin militancia. Efectivamente, un producto de “mercadillo“.
El tercer día estaba dedicado a la bicicleta. Con escasas horas de sueño, nos lanzamos a una frenética visíta a golpe de pedal por todos los "totems" de Londres. Desde Buckingham Palace y la vergüenza ajena que produce, al Big Ban o Westminster Abbey, para acabar en el clásico London Eye; debo reconocer que la orilla del Támesis tiene mucho encanto, el TATE o el teatro de Shakespeare son buena prueba de ello. Al caer el sol nuestra indefinición nos acabó llevando a Chinatown, y por ende, a un club de poker bastante turbio, como tiene que ser; el "Fox club". Me dieron el número 13 en el guardarropa, a partir de ahí huelga decir nada del resto.
La mañana siguiente lo que quedaba de nosotros se acercó a Portobello Road, muy agradable el mercadillo, con puestos de comida buena y barata, antiguedades, y algún artista callejero en un entorno, él de Notting Hill, realmente bonito. Y poco más, vuelta a Barcelona a seguir peleándome por sacar mis proyectos personales y profesionales adelante.
Para cualquier análisis exhaustivo y de verdadero valor sobre la capital británica acudir a la web de mis amigos de combatlondon, ahí sí se os destripan exponencialmente todas las posibilidades de esta gran ciudad. Las fotos "diurnas" que cuelgo son sacadas con mi móvil, pido benevolencia ya que es la unica forma de que no venga ninguna sanguijuela a hablarme de derechos de autor. Un saludo!
M e encanta como escribes pero me esperaba algo mas en tu linea "Politico-polemica"..como estan por ahi las cosas, fuera de la linea turistico-erasmus en la que vivi yo unos mesecillos alli? me imagino que en pocos dias no lo pudieses observar, pero igual lso que viven alli te comentaron algo?
ResponderEliminarAlia verdad?
ResponderEliminarPues la verdad es que no acabé de definir en que punto se encuentra la sociedad inglesa en estos tiempos de crisis. Allí ahora lo que se lleva es la "cultura de la emergencia" en su máxima expresión, los Juegos Olímpicos han permitido una esquizofrenia de la seguridad y la legitimación de un "Big Brother" brutal. Hay cámaras en todos lados, mensajes de advertencia por doquier, recomendaciones de comunicar a la policia cualquier apariencia "sospechosa" (esto me dejó anonadado). De los disturbios de hace unos meses pregunté y no me supieron decir gran cosa mis interlocutores; por lo demás la integración de etnias diferentes dignas de admirar, al menos en nuestro barrio.